El mito de Sísifo relata la condena de un hombre a a vivir eternamente arrastrando una roca hasta la cima de un cerro, lo cual le toma mucho tiempo y esfuerzo, para después dejar caer la roca y comenzar su viaje de regreso a buscarla cerro abajo. Al terminar el descenso debe armarse de “ánimo” para volver a subir hasta la cima, y así por la eternidad.
Esos viajes de ida y vuelta para mí, son la representación mi vida, esa piedra soy yo, lo veo como una obra de teatro en que cada ascenso y descenso del cerro es la salida o entrada de un personaje en mi vida, un cambio de escena, un viaje de polo a polo y en cada viaje aprendo algo y soy distinta.
Unos meses atrás nació mi hijo, ayer, murió mi hija, es lo que llamaría a modo de buhonero, una luz del día y un día de oscuridad en un mismo resonar. Que absurdo sería continuar, pero esa condena me obliga, en espera de terminar mi viaje, llegar a la cima y yo sea otra.
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